Situada en el municipio granadino de Gualchos, transitando entre las localidades de Calahonda y Castell de Ferro por la N-340, en una curva de la carretera aparece esta playa. «La Rijana» es uno de los pocos reductos naturales que, a pesar de haber sufrido el impacto del «progreso», aún conservan su encanto natural prácticamente intacto.
Es de justicia reconocer las limitaciones que tiene la Costa Tropical de Granada a la hora de competir con otros lugares costeros como Almería, Cádiz o Huelva. Su escaso litoral y la complicada orografía del terreno hacen que las playas sean pequeñas y recónditas —algo que puede ser muy positivo, pero que los trazados de las N-340 y A7 en numerosas ocasiones «estrangulan»—. Sin embargo, pequeños rincones como este hacen de la Costa Tropical un lugar atractivo.
Precisamente en una curva de la N-340 es donde aparece esta cala. Desde la carretera, mirando hacia el mar, y con mucha precaución por aquello de las curvas, aparece impresionante la Rijana. Ubicados en el mirador que hay junto a la carretera, podremos contemplar esta pequeña playa que, situada entre dos acantilados que caen al mar y la protegen del viento, se distribuye en forma de media luna a lo largo de sus escasos trescientos metros.
Desde un primer momento impresiona el color del agua cristalina, que dependiendo del estado del mar varía desde el verde esmeralda al azul turquesa, y que siempre deja ver su fondo rocoso. Al lado contrario de la carretera hay un pequeño párking donde dejaremos el coche y bajamos por un camino hasta la playa.
Una vez en la playa, y fuera de la temporada alta de julio y agosto, descubrimos un remanso de paz, naturaleza y tranquilidad. Antiguamente aquí había un chiringuito que, acertadamente, hace unos años retiraron. Hoy día la Rijana no cuenta con más servicios que papeleras y contenedores para la basura, ni bares, ni duchas, ni aseos, ni vigilancia de ningún tipo.
El suelo de la playa es de grava fina que, sin ser tan cómoda como la arena, no es para nada molesta. Las sombras en este lugar son escasas, aunque se puede aprovechar durante algunas horas el abrigo que ofrecen sus escarpados laterales. En el lateral izquierdo según miramos al mar, bajo la torre vigía, encontramos algunas cuevas muy atractivas para el buceo.
Hace tiempo la Rijana era un auténtico paraíso virgen en el que era habitual la presencia de naturistas y amantes de la naturaleza que acampaban allí de forma indefinida. Y aunque los tiempos han cambiado debido a la masificación turística, aún hoy, en temporada baja y/o entre semana, es posible encontrar la tranquilidad y la naturaleza que, lejos de la aglomeración, el ruido y el «ladrillazo» propio de otras playas, hacen posible la práctica del naturismo.
Información turística: andalucia.org